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Alejandro Fernández El Burro de Petra

Alejandro Fernandez El Burro de Petra

Alejandro Fernández El Burro de Petra

He visto y he escuchado cosas en mis viajes por el mundo que me han hecho reír, pero conocer a Pablo y en el corazón de Petra en Jordania y decirme que si burro se llamaba Alejandro Fernández, me sacó una carcajada que no podía parar de reír por largo tiempo.

Un joven nos ofreció un paseo en un taxi muy inusual.

Caminaba maravillado explorando Petra, esa ciudad milenaria de casas, tumbas y sagrados recintos de oración e incrustados en las rocas de colores entre rojizo y rosado, con María una amiga Búlgara, compañera de varios maratones, desde hace dos años que nos conocimos corriendo en la muralla China cuando se nos arrimó uno de los muchos jovencitos, algunos de ellos niños aún, que venden diferentes cosas y ofrecen algún tipo de servicio a los turistas. El joven que no parecía rebasar los 16 años de edad, empezó a seguirnos montado en su burro ofreciéndonos un paseo por Petra, en su taxi, como él se refería a su animal.

Alejandro Fernandez El Burro de Petra

Era un día de calor infernal. No había ni una nube en el azul del cielo jordano que nos diera un receso de tan calientes temperaturas, ni una sombra, ni donde sentarse un rato a refrescarnos un poco, no quedaba más que seguir caminado para continuar explorando paso a paso las maravillas que construyeron en las rocas los nabateos, una tribu nómada, hace 2,300 años, e intentar aminorar el calor.

Desde el momento que entras a ese monumento nombrado oficialmente una de las nuevas maravillas del mundo en el año 2007, nos empezamos a encontrar con un va y viene de vendedores que ofrecen un poco de todo, entre ellos muchos jóvenes que pasean en burros o camellos ofreciendo recorridos a los lugares más retirados de Petra o más difíciles de llegar caminando.

Es como una lucha a matar o morir con esos niños, jóvenes y adultos, porque hay de todas las edades, aunque la mayoría son jovencitos. Tratas de esquivar a uno y te aparecen tres más. Por cortesía le contestas a otro y es cómo hacer viral una noticia en redes sociales, pronto todos se enteran que hay un turista en Petra con posibilidades de montar sus burros. Usan todas la artimañas que conocen para convencerte.

Muchos de ellos hablan algunas palabras de varios idiomas para ver si atinan el país del que vienes. A veces pueden ser entretenidos y cómicos y otras veces empalagosos y detestables.

Alejandro Fernandez El Burro de Petra

Los pobres burros se ven flacos, moribundos, sedientos y sin ánimos de pasear a nadie. Da pena ver a esos pobres animales domesticados caminando a la fuerza detrás de los turistas para que sus pequeños amos se lleven unos cuantos dólares a casa.

“Todos te dicen que el servicio del burro-taxi incluye wifi y aire fresco, y el tal Pablo ya me traía mareado con su oferta engañosa”

Uno de estos jóvenes, moreno, de cejas pobladas, flacucho y desnutrido como adolescente en celo, con pantalón de mezclilla y una playera que recién lavada debería ser de color blanco, pero se veía entre rojiza y café por el polvo que levantan los burros en el trajín de ir venir por esos cañones donde por más de dos mil años se ha escondido Petra. Yo la podía apreciar solo de costado mientras caminaba a un lado de nosotros tratando de convencernos de montar su taxi de cuatro patas. Nos hizo todo tipo de propuestas para que pasearemos en el lomo de su esquelético burritito. Lo ignoramos en todo momento pero ese chiquillo era más terco que el mismo burro en el que iba montado.

Alejandro Fernandez El Burro de Petra

Conforme seguíamos, caminábamos y al lado nuestro, hablando como bocina humana, empecé a intercambiar unas palabras con él, noté que su playera blanca tenía unos símbolos al frente y el nombre de Pablo al centro.

Se me ocurrió decirle en español, “ya Pablo déjanos en paz no queremos subirnos a tu burro con wifi y aire acondicionado”, un truco muy común que usan para hacer reír a la gente y engancharla de esa manera. Todos te dicen que el servicio del burro-taxi incluye wifi y aire fresco, y el tal Pablo ya me traía mareado con su oferta engañosa.

Y entonces conocí a Alejandro Fernández.

Al escuchar que le hablé en español y que le dije Pablo, este pronto desempolvo las pocas palabras en castellano que sabía y me preguntó que de donde era. Yo le contesté que de México. Seguramente pensó que ya había asegurado cliente y nos llevaría a recorrer Petra en su burro pardo mal comido. Era inverosímil creer que su animal nos fuera a pasear con ese calor y entre la arena o subiendo y bajando lomas, a María y a mi, si el pobre estaba más flaco que yo.

Alejandro Fernandez El Burro de Petra

De inmediato se dio cuenta que le dije Pablo por la playera que traía puesta y eso fue como darle cuerda. Esos niños a su corta edad “las agarran en el aire” como decimos coloquialmente en México. En segundos te pueden envolver de una manera que terminas aceptando sus ofertas.

“Si, yo me llamo Pablo y mi burro Alejandro Fernández”. Jajajajajajajaja. Se me ha salido una carcajada que no podía parar de reír. La risa no me dejaba comprender en plenitud el nombre perfectamente claro y bien pronunciado de un artista mexicano, por un joven árabe al otro lado del mundo, donde ni su música ni sus escándalos faranduleros son conocidos.

Cuando pude controlar mi risa y despertar del asombro que ahí, entre las ruinas más espectaculares de una de las maravillas del mundo, y a miles de kilómetros de la tierra de los tacos y el tequila, donde cualquier persona sabe perfectamente quién es el llamado “Potrillo”, surgiera un adolescente que apenas masticaba el español y me dijera que su burro con wifi y aire acondicionado se llamaba “Alejandro Fernández”. Era como para morirse de la risa una y otra vez.

“Si fui hasta el otro lado del mundo a correr un maratón de 42 kilómetros por ese desierto y bajo esas condiciones extremas de calor, no me iba a subir a un pobre burro flaco como Alejandro Fernández”

No podía dar crédito a lo que aquel chiquillo me había dicho. Tuve que explicarle a mi amiga de lo que se trataba porque seguramente estaba pensando que el calor del desierto de Jordania ya había hecho estragos en mi cabeza.

Traté de preguntarle un poco más del porqué el nombre de “Alejandro Fernández” a su burro y si él sabía quién era, pero ni el español ni el inglés de ese jovencito de Petra era como para dar las explicación que yo buscaba y salir de mi asombro.

Al final de cuentas ellos aprenden en inglés o en algún otro idioma, las palabras necesarias para hacer negocio. O les platican o les enseñan sobre personajes o algunas características de ciertos países que les permitan interactuar con los turistas de una manera coloquial y divertida que los convenza a dejarles un poco de su dinero.

Pero si fui hasta el otro lado del mundo a correr un maratón de 42 kilómetros por ese desierto y bajo esas condiciones extremas de calor, no me iba a subir a un pobre burro flaco como “Alejandro Fernández”, para recorrer Petra, lo mío y lo de Maria es caminar o correr. Así que Pablo se dio por vencido y finalmente nos dejó en paz. Nos sin antes decirnos que lo pensáramos bien y si cambiamos de opinión ahí estaba “Alejandro Fernández” listo para llevarnos a pasear.

“Era como un canto de tristeza y despecho o cansancio, hambre y sed”

Duramos un rato más caminando, pero el calor se estaba poniendo insoportable y el día ya iba llegando a la mitad. Nosotros teníamos como 4 o 5 horas paseando por Petra y era hora de volver al hotel, así que decidimos regresar.

Ya cuando nos retirábamos, a lo lejos, escuché rebuznar a un burro. Era como un canto de tristeza y despecho o cansancio, hambre y sed, no se, pero a juzgar por lo bien entonados que se escuchaban los rebuznos me di cuenta que sin duda se trataba de Alejandro Fernández, el de Petra, Jordania.

Alejandro Fernandez El Burro de Petra

Ahí comprendí que quizás el chico sabía que el hijo de Don Vicente Fernández era un famoso cantante, y que a él le gustaban sus canciones y tal vez las asoció con el bien entonado rebuznar de su burro. Aunque pasar de Potrillo a burro como que si hay una gran diferencia, me pregunté en ese momento.

Este encuentro con Pablo me hizo entender porque a Petra también le llaman la Ciudad de los Misterios, y es que más allá de lo que aún esconde esta joya de ciudad esculpida entre las rocas, si la visitas, no te sorprenda encontrar a un famoso cantante mexicano de cuatro patas y de triste pero bien entonado rebuznar, paseando turistas, con el nombre Alejandro Fernández el burro de Petra, Jordania.