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Bendita la infancia de los niños de Honduras

Bendita la infancia de los niños de Honduras

Bendita la infancia de los niños de Honduras

Hace unas semanas vi a un niño de unos 3 años hacer un berrinche al abordar un avión, que me dio pena por la madre, por el niño y todos los pasajeros que íbamos cerca de de él. Todo porque la mamá le quitó el teléfono.

El pequeño pateaba, gritaba como si estuviera desquiciado, y la madre y la abuela no lo podían controlar. A la mamá le entró una llamada y el niño jugaba con el aparato cuando sonó y se lo tuvo que quitar. El pequeño tenía una dependencia al teléfono que me espantó.

Jaziel, el pequeño niño de Honduras que se entretiene de otro modo.

Bendita la infancia de los niños de Honduras

Hoy en Honduras conocí a Jaziel, un niño también de tres años, que felizmente jugaba dentro de esta caja mientras su madre trabajaba vendiendo frutas a la orilla de la carretera.

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Atada a la caja tenía un lazo azul, el cual utilizaba para, según él, jalar su auto-caja plástica, y en ratos parecía que iba montado en un caballo y le jalaba la rienda.

Bendita la infancia de los niños de Honduras

Dentro de la caja tenía un carrito sin una llanta, y cuando se cansaba de su caballo o su auto-caja, jugaba con su carrito tuerto de una llanta. Lejos está Jaziel en Honduras, de la adicción de muchos niños en Estados Unidos a los teléfonos inteligentes. Él, quizás por la pobreza de su madre, se ve forzado a usar su creatividad para jugar.

Recordé mi propia infancia.

Me hizo recordar mi propia niñez, cuando mi madre se iba a lavar a un río y yo jugaba entre las piedras con palos, haciendo casitas de piedras o buscando bichos para amarrarlos con un cordón.

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En esa época los niños recurríamos a todo para jugar usando siempre nuestra creatividad, y éramos muy activos, no pasábamos el día sentados a un televisor o clavados en un teléfono.

El niño berrinchudo del avión se calló al llegar al asiento, y la mamá le regresó de nuevo el teléfono. Varias personas empezaron a aplaudir. La mamá solo sonrió con pena, pero el niño enterró de inmediato su cabeza en el aparato y como por arte de magia no volvió a llorar en todo el vuelo.

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Me dio mucha pena por esa madre y quizás por el futuro de su niño. Tanta pena como la alegría que me causó hoy ver a Jaziel en Honduras jugar con su creatividad. Yo me arrimé y jugué un rato con él, y no tuvo problema en compartir sus juguetes y sonreír conmigo mientras su madre nos cortaba varias frutas.

Bendita la infancia de los niños de Honduras

Bendita la niñez de este pequeñín hondureño y la linda manera que lo está criando su madre, forzada quizás por las mismas carencias que tiene.

La felicidad la hacen las pequeñas cosas que no siempre tienen que ver con dinero.

Me gustaría saber, ¿ustedes le prestan los teléfonos a los niños para que jueguen?