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El Cuarto de los Espantos

El Cuarto de los Espantos

Los espíritus malignos de La Bestia me persiguen hasta las montañas del Himalaya.

Cuando pensé que el recuerdo de haber dormido entre fierros retorcidos muriéndome de frío arriba de La Bestia hace apenas un mes eran cosa del pasado, ZAZ, me toca vivirlo de nuevo y ahora hasta pagué por ello.

El servicio de hoteles acá por la montañas del Himalaya es bastante precario, cuando menos donde nos hemos hospedado, aunque a juzgar por lo que he visto todos me parecen similares.

Cumplen el propósito, solo dormir y es todo. Al fin, la mayoría de los que pasamos por acá vamos cargando mochilas y caminando por días, muchas veces sin bañarse también por largo tiempo, me imagino que los de los hoteles han de haber pensado para que ponemos hoteles de mejor nivel.

Y es que solo tienen una camita súper pequeña y nada más. Cuando digo nada más es nada más. No cobijas, no television, ningún otro mueble ni nada. Es más no hay ni conectores eléctricos y menos baños dentro dentro de las habitaciones, ese es negocio aparte.

Tú rentas el cuarto y es sólo el cuarto. Si quieres cargar tu teléfono tienes que ir a recepción y allá pagas cierta cantidad y lo dejas hasta que se cargue. Si quieres bañarte con agua caliente, pagas aparte. Debes traer tus cobijas o sleeping bags, toallas, jabón y shampoo sino hay que comprar, en algunos hoteles te las alquilan.

Los baños o sanitarios hay un par al final de los pasillos y son para compartir, a veces toca hacer fila y la mayoría huelen feo. Pero aclaró, para el lugar y las condiciones en las que uno viene cumplen perfectamente el propósito.

Todos los hoteles o casa de huéspedes por donde hemos pasado han sido similares, unos más pinchis que otros.

El de anoche por ejemplo en la aldea de Khumjung, a mi tocó en el gallinero, y no me refiero a un gallinero como donde vivo en Nueva York, era un gallinero literal.

Se trataba de un cuartito de madera que tenía dos camitas también de madera, que apenas cabían en la habitación. Pero bueno estoy siendo muy generoso al decir camitas de madera… Eran unas tablas con un par de patas chuecas, el resto se sostenía con la pared de madera.

Para mi buena suerte este me salió con una cobija en cada camita, aunque después de un par de malas experiencias al encontrar las camas desnudas en otros lugares y un buen frío de media noche, alquilé un buen sleeping bag.

El gallinero del Himalaya tenía dos ventanas amplias, casi toda la pared con unas cortinas trasparentes por donde entraban la luz a todo lo que daba.

Las camas estaban al pie de las ventanas. Imposible dormir así me dije, la luz jamás me va a dejar dormir y el frío al pie de la ventana quizás amanezca hecho paleta. Y siempre he dicho que jamás quiero morir convertido en paleta.

Así que me trasladé al suelo. Bajé uno de los diminutos colchones y abajo se hizo como un especie de hoyo y ahí me metí, dije aquí estoy a salvo de la penetrate luz de las ventanas y del frío, acá abajo no se sentirá nada.

Y la verdad se veía tenebroso el asunto al dormir debajo de la cama es un especie de hoyo pero fue mejor que arriba.

Todo iba de maravillas hasta a eso de la media noche, un ruido empezó escucharse cada vez con más fuerza y se movía de un lado a otro, creo que era detrás de la pared de madera del cuartito.

Pensé que en un rato se iría pero jodió y jodió parte de la noche. Hasta que me arrime un poco a la pared a ver qué era, fue imposible ver pero me dio el olor a ratones. No los vi, solo escuché el ruido y pudo haber sido otra cosa pero el olor los delataba.

Pues la verdad que ya no dormí a gusto. Me di vuelta varias veces en mi hoyo y dormir era lo ultimo que me apetencia a pesar del sueño que tenia, y es que a los ratones, no se porque siempre les he tenido horror.

Finalmente me levanté y me fui a correr a eso de las 5 de la mañana, igual que me quedaba hacer, si dormir ya no podían y ese escondite servía solo para dormir.

Pero aún así con ratas o lo que fuera estuvo mejor que el del pueblo anterior donde mi cuarto estaba pegado al baño o toilet y la pared era una muy delgada hoja de madera… Ahí los ruidos y los olores que no me dejaban dormir eran otros. Fue como el cuarto de los espantos para mi.

Y es que a cualquiera hora de la madrugada se escuchaba que abrían la puerta y lo demás era un concierto de ruidos extraños.

Yo a oscuras y cobijado hasta la cabeza solo me podía a adivinar, será hombre o mujer? Ahhh, ese parece que tomo 5 litros de agua…. uyyy a ese la hicieron mal las papas que nos dieron de cena, y así cada uno que entraba al baño de los horrores por las noches, llevaba su propia historia.

Ya por la mañana en el desayuno cuando veía a todos mis compañeros maratonistas trataba de asociar los ruidos de la noche anterior con sus voces o sus rostros pero no… eso será una incógnita toda la vida.

En fin, mañana será otro pueblo, otro hotel y otro pequeño cuarto, yo solo espero que la historia que me toque vivir no sea de ruidos y olores tan desagradables como hace dos noches porque entonces, sin duda prefiero mil veces las ratas o la bestia.

Y colorín colorado. Ya me voy a dormir.