La conmovedora historia de Juan y Lesly con inmigración en Estados Unidos
Juan Alberto Mateu, un padre soltero hondureño, se unió a la caravana migrante con la esperanza de solicitar asilo en Estados Unidos para buscar atención médica para su hija Lesly de 7 años que padece un derrame cerebral.
La mamá de Lesly los abandonó hace un par de años para irse con otro hombre, al parecer se cansó de lidiar con su propia hija con esa condición médica y no quiso saber más de ellos, según me contó Juan.
Juan sueña con que su hija camine, platique y pueda volver a jugar como lo hacía hasta los dos años cuando se enfermó.
Juan se unió a la caravana migrante en Tapachula, Chiapas, muy cerca de la frontera con Guatemala, donde unas semanas antes había llegado de Honduras con la intención de buscar una visa humanitaria para cruzar México de manera legal y llegar a la frontera con Estados Unidos para solicitar asilo.
Cuando Juan vio que la caravana migrante había salido de su país, esperó a que llegara y se unió a los miles de migrantes para caminar con ellos hasta la frontera norte ya que el proceso de visa humanitaria en México puede tardar meses y el no quería seguir esperando.
Ya en la caravana, Juan atravesó todo México cargando a su hija como si fuera una bebé de brazos. Muchas veces lo vi empujando una frágil carriola que le habían regala, en otras ocasiones la cargaba en brazos. Pero de igual modo se subía a camiones de carga o cualquier otro vehículo que paraba para darles un “aventón”, siempre con el apoyo de otros migrantes que le ayudaban a subir la carriola o la mochila que cargaba con pañales y ropa para de su hija.
Con mucha frecuencia era de las últimas personas en llegar a la siguiente población. A veces lo encontraba dormitando a un lado de su hija, o dándole de comer en la boca alimentos suaves ya que Lesly no puede pasar comida solida. Juan me comentaba a que cuando sentía desfallecer, una sonrisa de su hija era suficiente para tomar enemigas nuevas y continuar el camino.
En repetidas ocasiones me contó que ella era su motor, quien lo impulsaba cuando sentía que no podía más.
Un día me vi la parte exterior de su boquita irritada y le pregunté que que le había pasado a su hija. Juan con un semblante triste y una sonrisa nerviosa me contó que no habían comida todo el día y que pasaron por un lugar donde solo tenían unas tortas con picante pero como no la había alimentado por horas eso le dio de comer y el picante la irritó
Me decía en el camino que cuando las horas pasaban y no tenían que comer, lo poco que conseguía se lo daba a ella y el sentía llenarse sólo de ver a su hija comer.
Juan siente que Estados Unidos es la mejor alternativa que tiene para que le ayuden con un tratamiento ante las nulas oportunidades que tuvo en su propio país.
La historia de este hombre es extraordinaria.
Por más de un mes viajando en la caravana y 3 semanas en albergues en Tijuana, fui testigo de la ilusión de Juan de encontrar apoyo en Estados Unidos para curar a Lesly. En este viaje lo ha arriesgado todo incluyendo la seguridad de su hija, pero no tenía otras alternativas me dijo porque en su país le cerraron todas las puertas. Y es que, como él mismo me dijo un día: “¿Qué no haría un padre por sus hijos?”.
Lo que ha hecho él temo que no muchos padres lo hagan. Lo de Juan es digno de admirarse por el lado que uno lo vea. Se los digo yo que he sido parte de la caravana migrante y que he documentado su caminar y su sufrimiento. Lo he visto casi desfallecer y a punto de desistir en su sueño por llegar a Estados Unidos.
Pero cuando cuando cargaba su hija en brazos, la besa y ella le sonríe, se le ilumina el rostro y le surgen de nuevo las fuerzas para seguir luchando por lograr su sueño de ver a su hija caminar de nuevo.
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Los sueños de Juan se están cristalizando.
El domingo 8 de diciembre a eso de las 6 de la tarde, Juan y Lesly finalmente lograron entrar a Estados Unidos.
Tres días antes Juan se entregó a las autoridades migratorias estadounidenses en la garita de Tijuana / San Ysidro para solicitar asilo.
Ellos pasaron tres días en custodia de inmigración y finalmente fueron liberados en San Diego para que inicien su periodo de asilo en libertad.
Para suerte de Juan, dos organizaciones de Estados Unidos, conocieron su caso estando en el albergue para migrantes en Tijuana México y lo están ayudando. Estas organizaciones le consiguieron donde vivir y lograron que una firma de abogados de inmigración lo representaran de manera gratuita.
También entraron en pláticas con unos hospitales de California que podrían encargarse del cuidado médico de Lesly.
El proceso de asilo puede ser prolongado y su futuro en Estados Unidos es incierto, pero por lo pronto está feliz porque logró llegar y se le están abriendo muchas oportunidades que en su país no tuvo. Por primera vez siente que el sueño de poder curar a su hija es más real.
Su travesía por México en la caravana fue largo y muy sufrido pero hasta ahora todo valió la pena.
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Juan está recibiendo ayuda, pero falta un largo camino por recorrer.
Después de la última publicación que hice de él y su niña hace un par de días, varias personas le mandaron dinero a mi nombre. Yo se lo entregue y le mandamos un vídeo a cada una de esas personas dando las gracias.
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Juan lleva casi todo el dinero, que fueron cerca de 500 dólares. La organización que lo está ayudando le abrirá una cuenta con ese dinero y cualquier otro apoyo que reciba. La persona que por ahora va al frente de su apoyo me comentó que Juan le dio el dinero para que se lo guardara.
Menciono esto por si preguntan los que le enviaron su apoyo qué ha sucedido y qué se ha hecho. Él seguirá necesitando ayuda muy seguramente y es bueno que tenga sus propios ahorros. Su futuro aún es incierto.