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Los Milagros de Ararat

Los Milagros de Ararat

¿Qué tiene que ver la selección mexicana de fútbol con el volcán Ararat de Armenia?
Ayer por la tarde que visité un monasterio milenario en Armenia, el Khor Virap, en una de las fotos, sobre la loma donde está el monasterio se aprecia lo que a primera vista parece basura o ropa abandonada.
No tardó mucho para que varias personas me empezaran a preguntar en redes sociales que qué era eso, que si se trataba de basura.
No, contesté a un par de ellos en privado, se trata del milagro de Ararat.
En varios países de esta parte del mundo que me ha tocado visitar, he visto cómo la gente acostumbra poner un listón o un pedazo de tela, o hasta pequeños trozo de plástico: correas, cinta o lo que sea; en la rama de algún árbol o en pequeños arbustos, como es el caso de la foto que muestro, para pedir un deseo.
Al parecer esta acción también atrae la buena suerte. Creo al final de cuentas que es cuestión de tener fe.
En este país el nombre de Ararat es muy famoso. Así se llama el volcán que se ve de fondo en una de las fotos, es como un orgullo nacional. Además la imagen del volcán enmarca la cuidad capital, Yerevan, así se aprecia en postales y fotografías que la promueven ante sus visitantes.
Por cierto, el Ararat es muy parecido a Popocatépetl, que de igual modo se aprecia desde la Ciudad de México, Capital de ese país.
En Armenia muchas cosas llevan el nombre de Ararat, hasta el coñac más famoso que es también como un orgullo nacional.
El monasterio que visité está muy cerca del Ararat, por eso al ver ese pequeño arbusto con los listones no me pude detener. Busqué uno para ponerlo en el arbusto y pedir mi deseo, o varios por si el primero no se concedía.
Encontré un listón de color azul oscuro y me dirigí a amarrarlo sobre una de las débiles ramas del arbusto. Me incliné, y con mi mano izquierda busqué la rama y lo dejé ahí pegado.
Subí un poco mi cabeza y con la mirada busqué la imponente estampa del Ararat que estaba frente a mí y pedí tres deseos en nombre del pueblo mexicano.
Le imploré al Ararat, también en nombre de su pariente lejano, el Popocatépetl, que este próximo domingo la selección Mexicana salga victoriosa en su encuentro contra Alemania en el mundial.
Pero, por si ese no se da, pedí un segundo deseo, que por lo menos empaten aunque sea a ceros.
Pero conociendo a los jugadores mexicanos que a veces son más malos que el hambre, le pedí al Ararat un tercer deseo, que ya por lo menos no nos metan 7 a cero.
No sé si en verdad estas cosas funcionen, no soy hombre de mucha fe, pero el Ararat me inspiró confianza y me surgió la fe no sé de dónde.
Por estos días y ya arropado por el espíritu mundialista, soy capaz de hablar con las montañas humeantes o ir atando listoncitos en cuanto árbol se me cruce enfrente. Todo por un triunfo de mi selección.
¿Se cumplirá el milagro de Ararat? Ya veremos el próximo domingo. Yo espero estar en Rusia para celebrar el milagrito por las calles de Moscú, si la montaña humeante de Armenia no me queda mal, yo seguiré atando listoncitos para los juegos restantes hasta que lleguemos finalmente al tan soñado quinto partido.
Y, ¿por qué no?, ¿qué tal si los listoncitos milagrosos y la imagen del Ararat nos llevan a la final? No me quiero imaginar las peregrinaciones de mexicanos por Armenia cada verano.
Somos capaces de hacer este país nuestro y salpicar la cultura milenaria con tequila y picante de inmediato, todo en nombre del bendito fútbol porque para eso no hay quien nos gane.